Cuando dos días después de finalizada la maratón, telefonean dos de los amigos participantes para compartir la satisfacción que en todos nosotros ha dejado, toca reflexionar un poco sobre lo que ha sido.

 

 

A muchos de nosotros, “gasolinómanos” acabados, nos gustan más las carreteras que el circuito, y compartirlas con los amigos refuerza el placer de rodar atravesando los magníficos paisajes de nuestra tierra. Desde tiempos de Euclides estamos de acuerdo en que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, pero en términos de amantes de las carreteras y paisajes, también es la más aburrida, sobre todo si los paisajes son los habituales.

 

 

 

El itinerario de la maratón de este año, ha sido perfectamente escogido y trabajado, y se puede calificar como impecable, gracias a Ignasi, tanto por las carreteras propiamente dichas como por la variación de los escenarios que atravesaban, desde valles abiertos, hasta los pasos estrechos bordeando los ríos, pasando collados por encima de la niebla, donde todavía se podían ver restos de nieve; desde el verde rabioso de los prados de las cotas más altas, hasta las tonalidades más tostadas de los prados en las cotas más bajas, donde parece que la primavera empieza a dar paso al verano…

 

 

 

Decir además que la “meteo” ha sido deliciosa y que después de 868 km, el sábado alrededor de las tres de la tarde, después de recortar un poco el itinerario, acabamos con un almuerzo en una terraza cerca del mar con un delicioso arroz de centollo.

 

 

 

¿Quién se apunta a la próxima?

 

Jordi Franco

Socio nº 97